top of page
  • Foto del escritorVía Autónoma

¡Yo vivo aquí! (¿Y hago lo que quiero…?)

Opinión, Vía Autónoma No. 9.

Por: Alberto Peralta


Era una tarde calurosa del pasado mes de julio (en este seco y sofocante 2019); en un día laborable…Caminaba por la calle Venezuela, a la altura de la Plaza Grande (intersección con la calle Espejo), bajando hacia la Sucre, cuando alcancé a divisar a una señora que transitaba –en el mismo sentido- acompañada de un pequeño perro, al que llevaba sujetándolo con un pedazo de soguilla.


A los pocos segundos (frente a una agencia bancaria) pude advertir que el can “decidió” realizar una “parada técnica”, a efecto de realizar un “depósito” de “residuos orgánicos animales” (parafraseando el léxico diplomático del canciller ecuatoriano, cuando se refirió a los “grafitis” cochinos que “escribía” el malcriadito Julian Assange en las paredes de la embajada de Ecuador en Londres: con “residuos orgánicos humanos”...).


Fotografía: Vía Autónoma No. 9.

Cuando el perrito terminó esa “gestión”, la señora prosiguió la caminata, halando de la soguilla que la unía a su mascota. Cerca de ellos transitaba también un caballero, quien –igual que yo- había observado todo este suceso. El señor tomó la iniciativa de llamar la atención de la “dama” y le dijo: “Señora: tiene que recoger esos desechos, en una funda y depositarlos en un basurero...” Me detuve, para ver cuál sería la reacción de la señora…


La dueña del inocente y espontáneo perrito le regresó a ver, al tiempo que le “lanzaba” una furibunda mirada de enojo y le respondía: ¡¿por qué pues’! ¡Si yo vivo aquí! Y siguió calle abajo…

Ni el caballero, ni yo, ni nadie intervino para reprender ese mal comportamiento de la señora. Era tal su actitud “rabiosa” (de la señora, no así del perro) la que no alentaba a reiterar la observación sobre su errada conducta.


En mi caso, tuve “temor” de que -en caso de haberme involucrado en ese diálogo- la “damita” podría haberse enojado aún más; y más “rabiosa” todavía (siempre la señora, no así el perrito) podría haber hecho alguna insinuación seudo “gastronómica” a quien se atreviere a insistirle para que recoja esos “residuos orgánicos animales”… Mi “instinto de conservación”, más el sentido de la prudencia y la dolorosa sensación de que –a veces- como dice un antiquísimo refrán, escuchado a mis abuelos (“no vale gastar pólvora en gallinazo”) me animaron a “acogerme” al “derecho al silencio”, entendiendo que iba a ser inútil intentar (o insistir para) que la señora acepte que estaba haciendo algo incorrecto y sucio…


Desde esa tarde; y durante las siguientes semanas, cada vez que recuerdo esta mala conducta de una habitante de la ciudad, haciendo –como coloquialmente se dice- “lo que le da la gana”, a media cuadra del Municipio de Quito y a unos 300 metros de Carondelet (sede del gobierno nacional), solo porque la señora –según aseveraba- vivía por ese sector…


Conductas como esta son las que nos deben llevar, a quienes amamos Quito, a considerar que si –como proclama el doctor Jorge Yunda, alcalde de Quito- queremos un #QuitoGrandeOtraVez, necesitamos de urgencia una campaña cívica que promueva actitudes y conductas, fruto de una buena ciudadanía. No solo es una tarea del Municipio de Quito, del Concejo de Quito y otras entidades adscritas, como la Secretaría de Educación, Recreación y Deportes, la Secretaría de Cultura, la Secretaría de Comunicación, etc.


Actos que conllevan una inobservancia de normas de higiene (como la relatada), el irrespeto a los horarios relacionados con la recolección de basura (en los barrios), malas conductas en el transporte público, la arbitraria apropiación del espacio público (con ventas ambulantes), el estacionarse en lugares no autorizados, el arrojar basura en las vías públicas más otros comportamientos inadecuados podrían ser tocados en una fuerte campaña de valores, diseñada desde las autoridades, socializada con persistencia a través de los medios convencionales y no convencionales de comunicación.


Y que, reforzada en espacios vitales como son las escuelas y colegios de la capital, alimentarían la esperanza de que la capital del Ecuador no parezca un “pueblo grande” –en su peor acepción- sino que sea una bellísima ciudad donde dé gusto vivir y que sea agradable de conocer y visitar, para turistas tanto nacionales como extranjeros.


Ahora que estamos, desde el Consejo Consultivo para la elaboración del Estatuto Autonómico del Distrito Metropolitano de Quito (EADMQ), trabajando para que la ciudad pueda contar (en unos diez meses, más o menos) con este valioso instrumento jurídico que se le está “debiendo” a Quito, desde 1994…


Temas como los comentados son también importantes y trascendentes para construir una buena quiteñidad, más allá de los tópicos relacionados con aspectos arquitectónicos y urbanísticos –ciertamente importantes- pero que, dentro de un enfoque global, nos permitirán no solo seguir soñando, sino haciendo realidad cotidiana y palpable el #QuitoGrandeOtraVez que queremos y que nos merecemos quienes amamos la “carita de Dios” y que –precisamente- vivimos en ella, porque SÍ la amamos...




Envíenos sus textos de opinión en relación al EADMQ al equipo editorial de Vía Autónoma: viaautonomaquito@gmail.com

133 visualizaciones0 comentarios
Post: Blog2_Post
bottom of page